A caballo de la pandemia cabalgan las miserias humanas entre otras calamidades que se ven aumentadas en ocasiones como esta.
La idea de seguridad a los tiros, el envalentonamiento de muchos uniformados y su falta de habilidades por fuera de lo que sea empuñar un arma o violentar un cuerpo, aceleran el contador de victimas de gatillo fácil en el momento más crítico del que la mayoría tenemos recuerdo.
Las víctimas, por lo general, pibes pobres de barrios pobres, asesinados por agentes pobres pero uniformados, formados en el prejuicio y la arrogancia, armados por el mismo pueblo al que matan.
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