El maquinista que estrelló la formación que conducía contra el parachoques del anden de la estación de Once del ferrocarril Sarmiento (te estoy hablando hace años ya, 2012 en el que se dio a llamar inmediatamente la tragedia de Once) admitió haber desactivado el sistema de frenos que hubiera evitado el incidente que le costó la vida a 51 personas.
La declaración la hizo Marcos Antonio Córdoba, el motorman durante una pericia solicitada por su defensa pero este no es el punto de abordaje. Vaya el abrazo y el banque a las familias de las víctimas.
Esto no es una evaluación sobre ese punto en particular el punto a iluminar o por lo menos la intención, es la aparición en escena de uno de los primeros experimentos de la lawfare en la política nacional, algo que se evidencia en esta causa entre otras cosas es la escandalosa decisión del juez Bonadío, por aquel entonces, de procesar a los 5 peritos que aseguraron que los frenos funcionaban correctamente y tomar sólo la opinión de un perito que dijo lo contrario.
Lo que él necesitaba, lo que su grupo de poder necesitaba, hoy la tortilla se dio vuelta y ese perito es quien pasa sus días esperando a ver cómo se resuelve la causa que podría llevarlo tras las rejas. Pero el daño político ya está hecho y en esto quiero hacer pie, quiero hacer eje. Ahora sólo podemos ver la prueba, seguir las huellas viejas sólo para decir: – viste, no era así como dijeron- pero ya es tarde -Yo tengo la responsabilidad, anule el dispositivo pero no lo hice a propósito.
Nunca imaginé que algo así podía ocurrir.- Tal fue la frase, que aunque nunca antes conocida, suena repetida producto de lo que muchos durante mucho tiempo sospecharon. De lo que pocos se atrevieron a decir, o de lo que muy pocos quisieron escuchar y muchos quisieron tapar. Con esta frase Córdoba, el maquinista, se puso como responsable de lo ocurrido aquel 22 de febrero de 2012 porque desconectó el freno de emergencia, el freno de hombre muerto, que hubiera evitado tanto dolor y sufrimiento, que hubiera arrojado luz inmediatamente si hubiera sabido apenas recobro el conocimiento pero no el objetivo montado sobre la tragedia era bien otro. Acicatear el odio, agrandar un poco más la grieta, embarrar la cancha, generar horas y horas de televisión, de radio, kilos de papel elucubrando que si los sistemas de freno, que sí el mantenimiento de los trenes, que los negocios de De Vido, que la corrupción K.
No vamos a negar eso tampoco pero se ha puesto muy en evidencia la trampa montada sobre la tragedia. ¿Fue una tragedia entonces? ¿Fue algo que pasó y que se lamentan? o además, como si fuera poco, hubo una mano perversa que aprovechó la volada y utilizó la tragedia como arma política. ¿Y si no fue así? También pudo ser algo pergeñado desde un principio para provocar daño político sin importar las vidas inocentes. Según la nota de Rulli Coleman en Página 12 en estos días Córdoba admitió su accionar como una forma de probar que está arrepentido y acceder a la libertad condicional obviamente los familiares de las víctimas se oponen.
La causa por la tragedia de Once giró en torno a los frenos, sí fallaron, la conclusión era que el tren estaba en malas condiciones y la culpa era de funcionarios y empresarios y los frenos funcionaban. La carga de la responsabilidad caía más en el maquinista, las maniobras en el expediente que instruyó Claudio Bonadío fueron tan grotescas que los 5 peritos que dictaminaron que el tren frenaba fueron acusados de falso testimonio,2 años más tarde terminaron absueltos. El fallo de casación que condenó a Córdoba, los funcionarios y empresarios está todavía pendiente de recurso ante la Corte Suprema. Más allá de la catástrofe que significaron los 51 muertos y los centenares de heridos la causa fue utilizada contra el gobierno de Cristina Kirchner el arrepentimiento de Córdoba fue detectado por uno de los abogados de las víctimas Gregorio Dalbón en su momento escandalosamente apartado del juicio por los magistrados. Hasta ahí parte de lo escrito por Coleman en Página 12.
Veamos lo que el propio Dalbón dijo en radio AM 530 al referirse al tema:
Dalbón: –Es un pedido de libertad condicional de Marcos Córdoba donde digamos hay un equipo interdisciplinario de ejecución penal que le van haciendo determinados test para ver si está en condiciones de salir y terminar su pena en su casa con libertad condicional. Le preguntan determinadas cuestiones, hasta que abordan el tema responsabilidad, le preguntan si se siente responsable, si realmente cree que tuvo que ver con lo que sucedió y Marcos Córdova dijo:-Sí, tengo responsabilidad, porque anule el dispositivo.-
Yo en soledad dije eso durante mucho tiempo, que el tren no se hubiera estrellado si el dispositivo, al que él hace referencia como dispositivo, que es un freno, nada más ni nada menos que de emergencia, sino hubiera estado anulado el tren no chocaba.
Si quieren seguir discutiendo de subsidios y del estado del tren hay una causa en el juzgado del doctor Ramos, donde se puede seguir discutiendo de subsidios y del estado del tren pero que no se le pueden cargar las muertes a ningún funcionario público y a ningún empresario.-
Otra vez el centro de este abordaje qué hacemos hoy en Proscritos del Éter no es tanto sobre las responsabilidades sino más bien sobre la verdad y su búsqueda sobre todo es un intento de mostrar una maniobra de esto que se dio en llamar lawfare o guerra judicial. Una táctica de guerra de baja intensidad moderna, enseñada y promovida por el poder real y llevada a toda la región, a nuestra América, por partidos políticos de derecha. Aquí en la Argentina, Juntos por el Cambio, Cambiemos, parte del radicalismo y más allá. Una forma canalla de hacer política que padecimos durante 4 años en el gobierno nacional que viene sucediéndonos desde hace más de una década en el gobierno porteño y de la que nos costará recuperarnos unos cuantos años más si es que no se hace nuevamente del poder institucional con otras caras, otras palabras, pero la misma forma.
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